La severidad y distribución de las arrugas en la piel son un signo de la fragilidad de los huesos de una mujer y del riesgo de fracturas. Ésa es la conclusión de un estudio llevado a cabo en la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, en Estados Unidos. Según los investigadores, “las arrugas y la calidad general de la piel pueden contar la historia de la densidad mineral ósea en las mujeres en las primeras etapas de la menopausia”. Tal como explican los científicos la piel y los huesos del ser humano están construidos con los mismos materiales: proteínas. Y los cambios que ocurren con el proceso de envejecimiento afectan tanto a la piel como a la cantidad y calidad de material óseo. Sobre esta base, la profesora Lubna Pal, experta en obstetricia, ginecología y ciencia reproductiva, y su equipo decidieron investigar si en las mujeres postmenopáusicas la calidad de la piel -el grado de arrugas y endurecimiento- podría reflejar el estatus de sus huesos. Para ello estudiaron a un grupo de 114 mujeres que habían entrado en las primeras etapas de la menopausia, al final de sus 40 años y principios de sus 50, que participaban en un estudio sobre los cambios hormonales en las mujeres. Todas habían presentado su última menstruación dentro de los últimos tres años y ninguna estaba sometida a terapias hormonales. Los investigadores llevaron a cabo un análisis de las arrugas de la piel de las mujeres en 11 áreas distintas de la cara y cuello, que medía la profundidad y distribución de las arrugas. La clave, el colágeno También se midió la firmeza -o rigidez- de la piel en la frente y las mejillas con un aparato llamado durómetro, que se utiliza para medir la dureza de materiales. Al mismo tiempo, las participantes fueron sometidas a una medición de la densidad mineral ósea -la cantidad de masa de hueso por centímetro cúbico- con un dispositivo de rayos X llamado densitómetro, que se utiliza para el diagnóstico de osteoporosis, una enfermedad que provoca la pérdida de densidad ósea.”Descubrimos que entre más profundas y deterioradas las arrugas, menor la densidad ósea entre las participantes” afirma la profesora Pal. “Las mujeres que presentaban las peores arrugas tenían los niveles menores de densidad ósea, y esta relación era independiente de la edad o de otros factores que se sabe influyen en la masa ósea” agrega. Por otro lado, las mediciones de la rigidez de la piel mostraron que entre más firme la piel, mejor la densidad ósea. Los científicos no saben con certeza cuáles son los mecanismos que están involucrados en esta asociación, pero tal como señala la profesora Pal, el vínculo podría deberse a que ambos comparten, para formarse, el mismo grupo de proteínas, unos compuestos llamados colágenos. “A medida que envejecemos, ocurren cambios en los niveles de colágeno que podrían tener un impacto en los cambios en la piel, como las arrugas y la pérdida de firmeza, y lo mismo podría ocurrir en los huesos, con un deterioro de la calidad y cantidad de masa ósea” explica la investigadora. Los científicos creen que el estudio podría conducir al desarrollo de una nueva forma, sencilla y barata, de identificar el riesgo de fracturas en las mujeres posmenopáusicas. Los resultados de la investigación fueron presentados en la conferencia anual de la Sociedad Endocrina que se celebra en Boston, Estados Unidos.