En una entrevista más incómoda a las que está acostumbrado, el presidente Donald Trump reconoció este martes que la reapertura del país -que ya ha comenzado en algunos estados- podría provocar un aumento de muertes pero volvió a priorizar la recuperación económica sobre la contención de un virus que ha matado en Estados Unidos a más de 72,500 personas según los datos de la Universidad Johns Hopkins. Cuando el entrevistador David Muir, de ABC, preguntó si “se perderán vidas para reabrir el país“, el presidente no negó la afirmación si no que admitió que “es posible que algunas” personas mueran “porque no estarán encerrados en una casa o un apartamento”. “Pero al mismo tiempo -continuó- vamos a practicar la distancia social, nos vamos a lavar las manos. Vamos a hacer muchas cosas que hemos aprendido en el último periodo de tiempo. Y vamos a abrir de nuevo el país“. No fue la primera vez que Trump justificaba de cierta manera la pérdida de vidas humanas en aras de rescatar la economía. En una mesa redonda previa a la entrevista en ABC, el presidente se refirió a los ciudadanos como “guerreros”. “No podemos mantener el país cerrado. Tenemos que abrirlo”, afirmó. “¿Algunas personas se verán gravemente afectadas? Sí”, contestó él mismo. “Gravemente afectadas” quiere decir muertas. El informe preliminar de la Casa Blanca que en junio podrían registrarse 3,000 fallecimientos diarios. Otro nuevo modelo, del Instituto de Medición y Evaluación Sanitaria, calcula que a principios de agosto habrán muerto por coronavirus 135,000 estadounidenses se se flexibilizan las medidas de distanciamiento social. El mandatario estadounidense dijo que Muir que ambos “modelos estaban equivocados desde el principio” y desestimó, por tanto, los cálculos de entre 100,000 y 200,000 decesos por coronavirus que los propios expertos del Gobierno en salud pública hicieron a finales de marzo y que cada vez se acercan más a la realidad.. Durante el resto de la entrevista, el presidente dejó claro que no tiene un plan coordinado frente al coronavirus más allá de dejar que los estados retomen su actividad económica rápidamente a pesar de que ninguno reúne los criterios que estableció para ello el equipo de trabajo que gestiona la pandemia desde la Casa Blanca. De hecho, el mismo martes su vicepresidente, Mike Pence, dijo que el mes que viene disolverían el grupo de expertos de la Casa Blanca, una afirmación que Trump descartó al día siguiente. Parece probable que Trump aproveche la reapertura de los estados para convencer a sus seguidores de que convirtió la crisis del coronavirus en un éxito económico. Esto implicaría una apertura probablemente precipitada de los negocios pese a que los expertos no creen que eso ayude a la economía y, además, elevaría la cifra de fallecidos por COVID-19 en el país.