El coronavirus está siento mucho más mortal en Nueva Orleans, Louisiana, que el el resto de Estados Unidos. Supera con creces la mortalidad per cápita de la ciudad de Nueva York debido, en parte, a la alta tasa de obesidad y dolencias relacionadas con ella. “Ya tuvimos tremendas disparidades sanitarias antes de esta pandemia. Una solo puede imaginar que ahora se están amplificando”, dice a Reuters Rebekah Gee, secretaria de Salud de Louisiana hasta el pasado enero. Nueva Orleans -junto a Nueva York y Seattle- se ha convertido en uno de los primeros focos de la pandemia en Estados Unidos. La gran preocupación de los médicos de esta ciudad cercana al Golfo de México es la mortalidad, que es siete veces mayor a la de Nueva York y 10 a la de Seattle. Esta alta tasa de mortalidad coincide con el también alto índice de obesidad, diabetes e hipertensión que padecen sus habitantes. Todas estas enfermedades, como han insistido las autoridades sanitarias, aumentan el riesgo de sufrir síntomas severos en caso de contagio con COVID-19. De hecho, el 97% de las personas que murieron por coronavirus en Louisiana tenían patologías previas, según el departamento de salud del estado. El 40% de los fallecidos tenía diabetes. El 25%, obesidad. El 23%, enfermedad renal crónica. Y el 21%, problemas cardiacos. Nueva Orleans, donde hasta ahora han muerto 270 personas, puede ser un indicador de los estragos que también puede causar COVID-19 en todo el centro y sur del país que tienen también altas tasas de obesidad, diabetes e hipertensión.