¿Alguna vez te has preguntado cómo sería tu vida sin papel higiénico? Seguramente no, y es normal, tampoco nos preguntamos seriamente cómo nos las arreglaríamos sin internet o sin celulares porque así es la tecnología, se adapta hasta volverse en una parte tan indispensable de nuestras vidas, que casi parece invisible. Pero en la antigüedad el papel de baño no existía y la gente de todos modos tenía que ir al baño (obviamente) y asearse después. Sobre este tema se cuestionó el arqueólogo Stephen Nash, que escribió un artículo para Big Think, explicando cómo se las arreglaron los antiguos romanos para limpiarse después de ir al baño. Nash relata que cuando el monte Vesubio entró en erupción en agosto del año 79 d. C., muchos asentamientos romanos quedaron completamente sellados por el material volcánico que los convirtió en cápsulas del tiempo que comenzaron a abrirse hasta el siglo XVIII, cuando se realizó la primera excavación en la zona. Entre muchas otras cosas, los arqueólogos encontraron suntuosos baños decorados con esculturas y murales… ajá, ¿y con qué se limpiaban cuando hacían “del dos”? Con un artefacto llamado tersorium. En la antigua roma ya existía el drenaje, que aunque era muy básico, ya se parecía en algo al que tenemos ahora; el agua pasaba constantemente debajo de los retretes y se llevaba arrastrando el excremento (orinaban en otro lado). Una vez que la persona en cuestión terminaba de defecar, venía la parte de limpiarse, pero no contaban con el cómodo rollo de papel a un lado de la taza, así que usaban un artefacto especial para ello. El tersorium era una especie de cepillo que en la punta, en lugar de cerdas tenía una esponja (natural, por su puesto) con la que el usuario se limpiaba los restos de heces. Inmediatamente después de cumplir su función, la esponja se enjuagaba en agua corriente o en una cubeta con vinagre y se dejaba ahí, dispuesta para que la siguiente persona que la necesitara pudiera usarla.